miércoles, 19 de junio de 2013

Adiós a la Confederaciones

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

México es eliminado de la Confederaciones sin aliviar un poquito su estado de estrés. Los goles de Neymar y Jo le dieron el triunfo y la clasificación al anfitrión Brasil, que derrotó a un equipo paralizado. Cuando juega futbol, el Tri de José Manuel de la Torre presenta sus uñas roídas, sus ojeras curtidas en la permanente pesadilla y mira bamboleante a un perseguidor imaginario. Brasil no extrañara al cuadro mexicano en esta Confederaciones. En la clase a la que acuden selecciones nacionales campeonas de sus regiones geográficas, nadie se acordará de México, porque ni el maestro ni los alumnos presenciaron brillantez en ese niño que se sentó hasta atrás del salón, en un rincón.

Todos los hombres y mujeres tenemos hábitos arraigados, Rutinas que se repiten inconscientemente, asimiladas en la vida cotidiana. Algunos no salen de su casa sin colgarse un crucifijo o ponerse una pulsera, otros se duermen con algún oso de peluche o con la luz encendida, unos más riegan las macetas o lavan el coche los fines de semana. El Chepo de la Torre tiene sus propios automatismos. Usa una alineación y táctica que un enfermo de Alzheimer aprendería de memoria. Se apega a los mismos jugadores: Maza Rodríguez, Torrado, entre los más criticados por la afición. Hoy, el patrón del Tri cambió a algunos empleados de puestos inferiores, quitó a Zavala, Aquino y metió a Torres Nilo, Hiram Mier y Gerardo Flores. Pero las oficinas de los ejecutivos se mantuvieron intactas. Pero más allá de la alineación titular, lo que no cambió en el Tri fue el juego desplegado en la cancha.

Algunos comentaristas dirán que el futbol de la selección mejoró. Pero es como decir que en México, millones de pobres saldrán de su condición social porque se le aumentaron dos pesos al salario mínimo. El Tri se limpió las lagañas de los ojos con saliva y se peinó con los dedos de la mano, al no haber peine. Se echó agua a los zapatos para dar la impresión de estar boleados y se lavó los dientes con un chicle de menta. Es decir, la suciedad disfrazada. Durante largos minutos, la oncena verde manejó el balón en campo de Brasil con fluidez paquidérmica, las llegadas eran cohetes sin pólvora y, salvo excepciones, las flechas dirigidas a la diana local terminaban lejos de la zona amarilla. En un juego donde el resultado era vital para mantenerse con vida en la Confederaciones, México intentó rebelarse ante su condición miserable, pero apenas remendó algunos harapos y tapó uno que otro agujero del techo hogareño.

El partido, celebrado en Fortaleza, inició con una ráfaga de llegadas brasileñas. Cómo todos los chubascos, la lluvia se terminó en poco tiempo. Pero dejó daños materiales. Neymar aprovecho un pase de Daniel Alves y remató de volea para inaugurar el marcador en el minuto nueve con un gol vistoso. La nueva contratación del Barcelona sacó el conejo del sombrero, aprovechando los reflectores del teatro levantado por FIFA, para ganarse el reconocimiento como un mago importante a nivel mundial. Al menos hoy, fue el mejor de la cancha. El gol de Neymar agudizó el sonrojo de un equipo mexicano que iba tras el balón como galgo persiguiendo una liebre mecánica. Pero luego de veinte minutos, el Tri se animó a salir a la calle sin paraguas, pero no pisaba charcos ni mucho menos se atrevía a caminar sin el amparo de los techos. Un tiro desviado de Hiram Mier al 16’ y cobros a balón parado, fue la magra producción ofensiva mexicana en un primer tiempo de escaso futbol.

La segunda mitad empeoró en cuanto a despliegue futbolístico. A las pedradas mexicanas, Brasil contestó con cierta indiferencia, ya que los proyectiles no le llegaban al cuerpo. La selección de Luiz Felipe Scolari, un equipo sin el empaque de otras potencias pamboleras, alternaba matices apenas luminosos con otros oscuros y grises. El Scratch du Ouro era un álbum musical de diez canciones en las que una o dos eran disfrutables. Pero el rival apenas podía cantar sin que las desafinaciones le estropearan la melodía. México buscó el empate con combinaciones de Giovanni Dos Santos o desbordes de Pablo Barrera, jugador que parece actuar mejor en los ensayos previos que frente al público en el teatro, algo endémico en el Tri del Chepo de la Torre. México sólo se animó a colocar dos delanteros cuando el reloj ya casi marcaba hora y media de juego. No obstante, ninguno de los cambios fructificó para elevar la anemia goleadora mexicana. Desde el gol de De Nigris en Kingston, México es incapaz de marcar en jugada elaborada en más de seis horas de juego. Con tantas rosquillas, el Tri engorda a lo Homero Simpson. Cuando el partido ya estaba en tiempo de descuento, Neymar se deshace de Mier y Rodríguez en una zona acordonada, y le regala un balón con moño a Joao Alves, “Jo”, para que el delantero del Atlético Mineiro sentenciara el encuentro y le entregue el boleto a semifinales a Brasil. México agonizaba y finalmente murió tras la victoria de Italia ante Japón por 4-3.

Cuando era entrenador de la selección de Argentina, Marcelo Bielsa motivó a sus jugadores con las siguientes palabras: "En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre". El golpeador azteca reculó desde el momento en que lo amenazaron con pegarle. En esta Confederaciones, México se prefiguró la sangre y se desmayó de solo imaginarla. Desde las Eliminatorias de CONCACAF, donde México cultivó una fobia a los conglomerados de defensores parapetados en el Estadio Azteca y celebró empates de visita como maná caído del cielo, el cuadro tricolor se hundió en una maraña de miedos e impotencias que trasladó a Brasil. Ya en la Confederaciones, el Tri se olvidó de caminar hacia adelante, aunque por momentos lo hizo hoy. La mujer sufrida, el papel de víctima que México se aprendió en sus telenovelas y trasladó al futbol, solo le dio para llorar las penas sin cambiar su destino, a lo Vivianita o Victoria Ruffo. México queda eliminado de una Copa Confederaciones a la que nunca se presentó, al menos, para morir con las botas puestas.

BONUS TRACK:

José Manuel de la Torre se basa en un discurso lleno de ambigüedades. Palabras como circunstancias, entrega, compromiso e intensidad, esquivan el diagnóstico de patologías más concretas y disfrazan lo defectuoso como algo sólido, como vendedor de fayuca que ofrece a sus clientes productos “originales”. La construcción de una realidad alterna que El Chepo hace post-partido podría servir para atemperar los ánimos de los futbolistas, pero sería una pesadilla para un psicoterapeuta. Declaraciones evasivas, llenas de muletillas, que resultan insuficientes y disonantes para explicar lo que realmente pasó en la cancha. Así que mejor presento unas declaraciones del entrenador de la Selección, totalmente falsas, pero bastante parecidas a la cuerda de muñeco que habla por él en las ruedas de prensa:

DECLARACIONES

 “Como ustedes saben, acudí al baño presa de un torzón. Me senté para obrar, pero las cosas no salieron como lo esperaba. No cagué una sola mierda, debido a un estreñimiento que tengo de dos días antes. Me esforcé durante 15 o 20 minutos, pero finalmente la mierda no salió como la esperaba. Incluso me sugestioné para estar nervioso y así la caca pudiera salir con mayor fluidez, pero no fue así. Es duro perder contra los intestinos y el ano de esa manera, es duro saber que pujas y pujas pero la mierda no quiere salir y se aprisiona en tu barriga como preso en cadena perpetua. Rescato la entrega, los sudores y las lágrimas expulsadas durante la fallida evacuación.

Pero lo importante es tener salud. Si comparo mi situación con la de miles de enfermos renales, diarreicos, los que expulsan sangre del ano y esos conejillos de indias de hospital que tienen que cagar en bacinica portátil sin moverse de la camilla, me parece que estoy muy bien. Como te repito, pese a mi estreñimiento, hay margen para mejorar mi desempeño evacuatorio. Estoy tranquilo, porque tendré otros torzones, otros llamamientos para cagar de nuevo, y con trabajo y esfuerzo espero sacar todas las suciedades del cuerpo. No he fracasado en mi objetivo de hacer ‘del dos’, al contrario, con mis pujidos y bailes en la taza di un gran avance para que los desechos intestinales al fin salgan de donde están escondidos. Y un día de estos, créanme, se logrará, porque tengo un gran sistema digestivo, mi estomago está sano y me alimento lo más saludable posible para evitar ardores o líquidos inoportunos al momento de sentarme en el WC.”

¿No sería más fácil si tomara un laxante?, pregunta el reportero


“Aún confío en mi sistema digestivo, de esta voy a salir con mucho sacrificio, No he pensado en renunciar, creo en que puedo poblar la taza con grandes y espesos mojones, y salir de esta situación”.