lunes, 30 de abril de 2012

Las grandes esperanzas del Manchester City (Crónica)

El Manchester City tomó por asalto la ciudad y el liderato de la Premier League. Un frentazo del belga Vincent Kompany en el descuento del primer tiempo bastó para derrotar al vecino, un United que perdió la batalla desde la alineación inicial que Sir Alex Ferguson mandó a la cancha.

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez


La Premier League está en manos del Manchester City. En la final adelantada de la temporada, un solitario gol de Kompany llena de esperanzas, grandes esperanzas, a uno de los anteriores niños pobres del futbol británico. Empatados a 83 puntos, pero con la diferencia de goles favorable al City, los dos equipos de Manchester parecen viajar en rumbos opuestos. Manchester United viaja en un tren vacío, rumbo al crepúsculo de una era brillante, lleno de bonanza y títulos. Manchester City se desplaza en avión privado de fábrica árabe, buscando llegar al aeropuerto de grandes equipos que conforman el escenario europeo del futbol. Quedan dos partidos para saber si semejantes viajes llegan a sus destinos;  el avión puede estrellarse y el tren podría llenarse de pasajeros para alumbrar un nuevo día de éxitos.

El nuevo rico de Inglaterra fue ayudado involuntariamente por una serie de decisiones erradas de su vecino. Sir Alex Ferguson aposto por la vieja guardia, recluyendo a Ryan Giggs en labores de contención y confiando en la experiencia de un Paul Scholes que se encontraba en el retiro hace seis meses. Sin embargo, replegó en exceso a su equipo y pecó de mezquino dejando en el banco a jugadores desequilibrantes como Danny Welbeck, Ashley Young y Antonio Valencia. Recargó su arsenal ofensivo con un solo fusil en punta, Wayne Rooney, lo que provocó anemia en la elaboración de jugadas ofensivas peligrosas. Joe Hart disfrutó de una noche apacible y Roberto Mancini, entrenador de los Citizens criticado por sus planteamientos cautelosos, debió alegrarse de que esta noche, las críticas finalmente no serían para él.


El primer tiempo resultó peleado, pero poco brillante. Manchester City, equipo goleador donde los haya, sufrió la problemática de toda la temporada, extraviar la creatividad ante equipos fuertes y replegados , y  explotar la dinamita ante oncenas modestas que amontonan hombres en la zona defensiva para no comerse una goleada. En esta ocasión, los dirigidos por Mancini se vieron más desahogados porque Manchester United olvidó sus colmillos afilados en Old Trafford y quiso morder con dentadura postiza a un armazón de hierro. En los “citizens”, sólo Sergio Agüero y Samir Nasri pusieron algo de creatividad. Los otros veinte futbolistas corrieron como caballos desbocados y sin estribos, en un primer tiempo con mayor derroche de ácido láctico que de fútbol.

Sin embargo, un balón parado desequilibró la monotonía de un encuentro físico, donde la técnica sucumbió ante el kilometraje recorrido en la cancha, partido predilecto de los preparadores físicos y los fisioterapeutas, pero nunca de los aficionados al futbol. En un tiro de esquina, en el primer minuto agregado del primer tiempo, Kompany le ganó la espalda a Chris Smalling, remató con fuerza y el esférico reventó el arco de David de Gea. Un gol para soñar, para quitarse ocho puntos de desventaja de sus vecinos y 36 años de frustraciones. El gol que permite al cuadro de Mancini depender de sí mismo para cambiar las deshonras por las alegrías, y regalar una sonrisa a una afición hastiada de las burlas del vecino ganador.

La segunda mitad presentó a un Manchester United demasiado encadenado a sus vicios. Obligado a atacar para mantener el primer lugar, presentó su mejor papel de víctima rebasada por los acontecimientos. Vivió lamentando el desperdicio del primer tiempo y no tuvo valentía para recomponer el camino en el segundo. Las llegadas peligrosas brillaron por su ausencia y ni las rectificaciones tardías de Alex Ferguson (le dio media hora a Welbeck y  le mendigó diez minutos a Valencia) cambiaron el tono azul del clásico de Manchester.  El City, por su parte, manejó mejor el partido pero pudo llevarse una sorpresa al decidir replegar líneas en los últimos minutos contra un boxeador que sólo buscaba el golpe de suerte para noquear. Mancini se acordó de su estirpe italiana y metió a Nigel de Jong y Micah Richards en lugar del indultado Carlos Tévez y David Silva. Esta vez, el entrenador se salió con la suya. Una pelea verbal entre Mancini y Ferguson, propia de la calentura de un derbi, refleja la nueva lucha entre dos equipos que podrían continuar con su puja por los títulos en próximos años, y la nueva conducta de un vecino que solía bajar la mirada ante las hazañas del dueño de Old Trafford.

La historia de Phillip Pirrip, el niño pobre que recibe una herencia y forma parte de las clases altas de Londres, existe en la Premier League. Si Charles Dickens hubiese escrito su novela “Grandes Esperanzas” en el 2012, el Manchester City sería su inspiración principal. Es la historia de un equipo pobre, humillado por su hermano de ciudad, Manchester United, acompañado de aficionados con alma de herreros, reacios a las adversidades y al brillo del vecino. Un buen día, recibe una herencia, reflejada en el dinero de un mecenas petrolero de Abu Dhabi. Ese equipo se educa en la alta competencia futbolística, invierte (en algunos casos derrocha) millones en jugadores de alto nivel,  y hoy, más que nunca, está cerca de conquistar el corazón duro de la señorita Estela Havisham del futbol, la Premier League, luego de 36 años de penalidades y sufrimiento.

miércoles, 25 de abril de 2012

Los penales regalan al Bayern Munich la final soñada.

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

Aquellos que aseguran que los penales no pueden ser una lotería, se equivocan. Es una especialidad donde los más serenos triunfan, es la fría lógica aplicada en un deporte de emociones. Los nervios se subliman en ollas de presión, las piernas tambalean de puro nervio y los fantasmas de un posible fallo amedrentan hasta a los más grandes cracks. Le pasó a Lionel Messi ayer, le ocurrió a grandes jugadores como Maradona o Platini, y le sucedió a Cristiano Ronaldo, el infalible ejecutor de penales y el mejor jugador de su equipo la noche de hoy, que también demostró su condición de mortal. Fueron once metros los que dejaron fuera al Real Madrid, que a pesar de ganar 2-1 y empatar el global a tres, erró tres de sus cuatro penas máximas y abandonó el sueño de la Décima al perder 3-1 en la instancia más cruel. Bayern Munich, por su parte, jugará ante el Chelsea la gran final de la Champions League, el 19 de mayo, en casa, en Allianz Arena, con el cobijo de su público.

Real Madrid comenzó con presión subyugante. Tomó del cuello a su rival y no le permitió respirar en los primeros quince minutos del partido. Los astros merengues hilaban buenas jugadas ofensivas y la pelota viajaba tan rápida en campo bávaro que los defensores apenas atinaban a cortar los avances locales. Las urgencias madridistas por igualar el global se aliviaron muy pronto. En el sexto minuto, el árbitro húngaro Viktor Kassai marcó penal por mano de David Alaba y Cristiano Ronaldo tomó el balón para cobrarlo.

El portugués, infalible (hasta ahora) en esta especialidad, engañó a Manuel Neuer, y el Santiago Bernabéu encendió antorchas para iluminar el camino a Munich. Nadie se imaginaría que dos horas después, el perfecto tirador de penales también se vestiría de humano.

Aunque Arjen Robben voló una pelota franca de gol, cuando solo tenía enfrente la oposición de Iker Casillas, y Mario Gómez avisó con un tiro que escupió Casillas y Franck Ribery no alcanzó a contra rematar, el cuadro de José Mourinho tenía el control de las acciones. Al minuto 14, la presión de los blancos llenó de pánico a los defensores bávaros, Ozil aprovechó la coyuntura y con una asistencia samaritana dejó a Cristiano Ronaldo en soledad con Neuer. El siete merengue definió mecánicamente, y el balón se anidó en el rincón derecho de la red como un conejo perezoso.

Pero años de adversidades, guerras y contratiempos modelaron el corazón alemán como un antídoto infalible contra la catatonía. Allí donde muchos ven motivo para tirar la toalla, el alemán la recoge y cura sus heridas con ella. Desde el “Milagro de Berna” en el mundial de 1954, el mundo aprendió que un equipo o combinado del país germano jamás perderá la estabilidad emocional ni la voluntad por ganar. Los alemanes son los mejores en atemperar el ánimo en situaciones adversas, y hoy el Real Madrid volvió a aprender la lección, a pesar de su incuestionable grandeza futbolística.  

A ello también contribuyó el equipo español, quien dejó de presionar y buscar más anotaciones. Le quitó la soga del cuello al Bayern y hasta le regaló la cuerda con la que iban a asfixiarlo. José Mourinho cometió el error de muchos entrenadores, entender el llamado “manejo” de un partido como la capacidad de regalarle la iniciativa al equipo contrario, como si el piloto de un automóvil pensara que el vehículo se manejará mejor quitando las manos del volante y los pies del freno y el acelerador. El colectivo de Jupp Heynckes respondió con un disparo de Robben al 16’, una serie de cabezazos sin solución final en un tiro de esquina y una serie de embestidas de Mario Gómez, el “Torero”  transformado en el toro que debieron lidiar Pepe y Sergio Ramos.

En la mitad del primer tiempo, Toni Kroos dibujó por la banda una parábola que buscaba a Gómez, el delantero cayó en el área y Kassai señaló penal por presunto empujón de Pepe. El mejor momento para la redención de un exiliado llegaría. Arjen Robben, el desterrado del Bernabéu, el calvo prematuro que debió dejar Madrid ante las rutilantes contrataciones de Cristiano Ronaldo y Kaká en el 2009, silenció a los locales con su certero penal, no sin dramatismo. Iker Casillas adivinó el lanzamiento del holandés, se lanzó a su derecha y cacheteó el esférico con sus falanges, pero el penal fue demasiado bien ejecutado como para no terminar en gol. Era el minuto 27.

El último cuarto de hora del primer tiempo fue la confirmación de 45 minutos excepcionales, lleno de llegadas por ambos bandos. Por el Real Madrid, Karim Benzema trazó una curva que puso con la piel de gallina al poste izquierdo del arco de Neuer y un centro de Xabi Alonso no encontró rematador en las postrimerías del descanso. En la oncena alemana, Mario Gómez erró un mano a mano contra Iker Casillas luego de un pase de Ribery.

No obstante, el segundo tiempo decayó para dar paso a las uñas mordisqueadas, las manos sudorosas y las caras desencajadas de los seguidores locales. Con el empate global, los dos equipos extremaron precauciones, cerraron las puertas con candado y taparon ventanas con persianas y cortinas. El miedo a errar dominó el escenario verde del Bernabéu. Los dos equipos aseguraban demasiado los pases, ralentizaban la velocidad del juego y defendían con casi todos los efectivos al momento de extraviar el balón. El drama que llenó de emociones el primer tiempo se convirtió en una obra con actuaciones contenidas y libreto recitado por actores que temían olvidar los diálogos. Con tal moderación de sentimientos, era inevitable la llegada de los tiempos extra. Sin embargo, la intensidad a la hora de disputar el balón no decayó, y los veintidós jugadores terminaron el tiempo reglamentario con tobillos amoratados, piernas a punto del calambre y con la lengua de fuera.

En los tiempos extra apenas hubo novedades, más allá de una jugada polémica donde Esteban Granero cayó dentro del área visitante por posible jalón de Neuer, en el décimo minuto del segundo tiempo extra. Los penales eran inevitables, casi esperados por los dos entrenadores. Jupp Heynckes se negó a realizar cambios para refrescar a su plantilla, y José Mourinho postergó para los penales sus ilusiones de avanzar la eliminatoria, al sacar a Mesut Ozil y meter al ya mencionado Granero.  Y los penales llegaron.

Once metros, donde la portería se achica y los porteros se vuelven gigantes. Los penales no pueden ser una lotería, se equivocan quienes dicen eso. Para muestra un botón: cinco de los nueve cobradores fallaron sus cobros. Figuras que ganan millones de euros no pueden tirar un simple penal, dicen algunos. Estos tiros son más complejos de lo que parecen.

[foto de la noticia]Bayern Munich tiro primero. El austriaco David Alaba arrinconó el balón con precisión de cirujano. El primer cobrador del Real Madrid, el que nunca falla, Cristiano Ronaldo, lo erró. Sus iniciales y su número, que recuerdan la frialdad de un robot de acero, flaquearon ante la estirada de Manuel Neuer y revivieron aquel último cobro que había errado el lusitano, en la final de la Champions del 2008 contra el Chelsea. Ese día sus compañeros lo salvaron. Hoy no pudieron con el hielo bávaro.

Mario Gómez acrecentó la ventaja. Kaká, un balón de oro que pasó a fungir un papel secundario en el Real Madrid, empequeñeció ante la figura de Neuer. Los alemanes perdieron los nervios por un momento, Toni Kroos y Philip Lahm se estrellaron con Casillas, mientras Xabi Alonso devolvía el oxígeno a sus seguidores. Pero Sergio Ramos lanzó un proyectil a las tribunas del Santiago Bernabéu y Bastian Schwensteiger sentenció la eliminatoria.  Munich está de fiesta, sus hijos adoptivos jugarán la final en casa.

Bayern Munich players celebrate their victory over Real Madrid in Wednesday's Champions League second-leg semifinal. Bayern will meet Chelsea in the final next month.

La televisión y millones de aficionados esperaban ver en la final al Real Madrid y Barcelona, pero dos visitantes latosos e hiperactivos clausuraron la fiesta en sus propios campos.  El futbol les sacó la lengua a los dos gigantes españoles. Bayern Munich y Chelsea, los dos patitos feos de las semifinales, se convirtieron en cisnes. 

martes, 24 de abril de 2012

Chelsea prolonga el dolor del Barcelona (Crónica)

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

   Tres partidos aciagos despertaron del largo sueño a la dinastía del Barcelona. Un empate a dos goles fue insuficiente para revertir el gol de Drogba en el partido de ida y en una sola semana se evaporaron las esperanzas de Liga y Champions. La tragedia de la oncena blaugrana se gestó con dos golpes tardíos pero certeros de Ramires y Fernando Torres, y en el penal fallado por Lionel Messi, actual insignia del futbol mundial que cometió un error que lo humaniza, lo vuelve más verdadero, le demuestra que para ganarse la gloria también hay que conocer el fracaso.

   El libreto, más previsible que un melodrama de Televisa, mostró a dos grupos de actores que realizarían los papeles destinados para sus capacidades. El Barcelona atacó, mordió, presionó, lo intentó por las bandas, con tiros de Lionel Messi, internadas de Alexis Sánchez y Andrés Iniesta, pases de Xavi y Cesc Fábregas, y un juego continuo de posesión al que le sobraba muchos servicios laterales por fuera del área grande y le faltaba disparos de media y larga distancia. Chelsea, por su parte, se apegó a los lineamientos militares del catenaccio italiano de Roberto Di Matteo, los diez hombres defendiendo, cortando balones por vías aéreas y terrestres, tapando las bandas con achiques perfectos, y un Didier Drogba en expedición solitaria contra la defensiva rival. Nada que no se hubiese visto antes.

   El duelo empezó accidentado, casi con la necesidad de instaurar algún centro médico fuera del Camp Nou. Al minuto ocho, el galés Gary Cahill se lesiona la rodilla derecha tras elongar demasiado el músculo. Diez minutos después, Gerard Piqué, tema de conversación de medios deportivos que no hablan de deportes, salió lastimado por un fuerte golpe en la cabeza tras un choque con su portero Víctor Valdés. El central catalán tuvo que acudir al hospital.

   La escuadra de Josep Guardiola insistió y al minuto 32 logró el primer gol tras un buscapiés de Isaac Cuenca que Sergio Busquets derivó mansa hacia la red. Todo indicaba que Barcelona disfrutaría de un viaje sin escalas a Munich, y más cuando John Terry regaló la tarjeta roja tras agredir con un rodillazo al chileno Alexis Sánchez. El Barcelona tenía un hombre de ventaja y el capitán del Chelsea demostró que la llamada “maldición de la Champions League” de su equipo, sólo podía ser eternizada por su propio temperamento.

   El cuadro culé marcó el segundo al minuto 43. Lionel Messi escenificó su único acto de magia de la noche y con un pase exacto le regaló el gol a Andrés Iniesta, quien batió a Petr Cech con un tiro cruzado. La alegría en el Camp Nou era total, pero apareció Ramires, y a partir de allí, el lujoso coche blaugrana sólo fue en picada hacia el precipicio.

   Cuando se contaban los segundos para el descanso, Frank Lampard encontró dormidos a Carles Puyol y Javier Macherano, y mando el pase justo para Ramires, quien despertó con baldes de agua helada al equipo local con un disparo bombeado que sorprendió a Víctor Valdes, precipitado a la hora de salir al achique.

   El colectivo de Roberto Di Matteo, ya con uno menos, planteó una guerra de trincheras, colocando trampas defensivas, con jugadores expertos en batirse en el lodo. La muralla inglesa, fortificada por diez futbolistas y sin su líder, bañándose en las duchas, hacía de todo para evitar ser vulnerada. Los mejores, Branislav Ivanovic, Ashley Cole y Petr Cech, el arquero del casco, el checo de manoplas de hierro que atraía balones a su humanidad como un imán, hombre de inmutable seriedad que mantuvo con vida a los “Blues”, hoy vestidos de blanco. Chelsea resistió hasta el final, con una pared que resistió todos los temblores catalanes.

   El plan de resistencia pudo ser quebrado tras un penal marcado en el prólogo de la segunda mitad, en una jugada donde a Cesc Fábregas le movieron la piscina en un encuentro con Didier Drogba. El árbitro turco Cuneyt Cakir demostró falta de personalidad al derivar responsabilidades en su asistente, quien estaba más lejos de la jugada que él. Pero la luz, el faro de Lionel Messi que no había encendido ante el Real Madrid ni ante el propio Chelsea en la ida, continuó apagado.

   El argentino cobró el penal con potencia, pero el balón caprichoso eludió la red y fue a darse un trompazo contra el travesaño. Tercer penal que falla Messi en la temporada, los detractores que aseveran su ausencia en partidos importantes tuvieron un motivo más para reforzar su tesis, y los aficionados del Barcelona seguían frotándose los ojos y pellizcándose los unos a los otros, como incrédulos ante el acto casi paranormal y exótico de ver al mejor jugador del mundo con la cabeza gacha y enemistado con el gol.

   Los últimos minutos se sucedieron temblorosos y con gotas de sudor frío para los dos equipos. Los locales lo intentaron, pero Sergio Busquets voló un tiro franco al 77’, Lionel Messi disparó al poste al 82’, Cech se confirmó como el Minotauro del Chelsea con una soberbia atajada y Carles Puyol cabeceó a las nubes. Todo Barcelona lanzaba pedradas al arco visitante, pero Fernando Torres, el delantero que no mete goles, el fichaje de mayor déficit de los últimos tiempos, se acordó de meter la pelota en la red tras un contragolpe de cascarita. Con los jugadores de campo fuera de su zona defensiva, Torres enfrentó a Valdés, se lo quito como un cono en un entrenamiento y sentenció la historia. Chelsea tomó venganza del "Iniestazo" de hace tres años y tendrá la segunda oportunidad de entregarle a su caprichoso dueño ruso la Orejona, ese trofeo tan esquivo al que Abramovich ha cortejado con millones de dólares en los últimos nueve años, pero que nada más no quiere corresponderle al dueño de Stamford Bridge.


   El mundo adora cuando los hombres se convierten en reyes, pero disfruta más cuando abdican. Se habla de fin de ciclo, del final de una era, los medios y los aficionados contrarios al Barcelona ansían ver el cadáver, tomarle fotografías, realizarle la autopsia y apartar el espacio en el panteón para el entierro. Se necesita más tiempo para certificar el fin de una gran generación que aún sigue jugando a gran nivel. Pero los golpes propinados por Chelsea y Real Madrid son muy duros para ser ignorados. Aún con esto, es preferible pensar que una semana de decepciones no borren cuatro años del mejor futbol visto en décadas. Como se dice en el argot popular, “algún día tenías que sufrir, Barcelona”, ya que no siempre se puede ganar. Sólo queda en el camino la Copa del Rey, un trofeo de consolación que a partir de ahora será asunto primario en Can Barca. 

sábado, 14 de abril de 2012

JORNADA 32 - SERIE A ITALIA 2011-2012 - RESULTADOS Y POSICIONES

10 AL 12 DE ABRIL



Chievo Verona 0-1 AC Milán
(Ali Sulley Muntari 8')

AS Roma 3-1 Udinese
(Pablo Daniel Osvaldo 7', Francesco Totti 85' y Marquinho 90+2')(Gelson Fernandes 42')

Catania 1-2 Lecce
(Gonzalo Bergessio 52')(Daniel Corvia 88' y David Di Michele 90+1')
Expulsado: Juan Pablo Carrizo (CAT) 88'
Incidencia: David Di Michele (LEC) falló penal al 70'

Fiorentina 0-0 Palermo

Genoa 1-1 Cesena
(Marco Rossi 40')(Adrian Mutu 76')

Inter de Milán 2-1 Siena
(Diego Milito 41' y 80' pen)(Gaetano D'Agostino 5')
Expulsado: Gianluca Pegolo (SIE) 90+4'

Juventus 2-1 Lazio 
(Simone Pepe 30' y Alessandro Del Piero 81')(Stefano Mauri 44')
Expulsado: Libor Kozak (LAZ) 90+3'

Nápoles 1-3 Atalanta
(Ezequiel Lavezzi 13')(Giacomo Bonaventura 10', Gianpaolo Bellini 56' y Carlos Carmona 68')
Expulsado: Goran Pandev (NAP) 70'

Parma 2-0 Novara
(Sebastian Giovinco 27' y Jonathan 39')
Incidencia: Marco Rigoni (NOV) falló penal al 59'

Bolonia 1-0 Cagliari
(Alessandro Diamanti 53')

TABLA GENERAL


Lugar Equipo   Pts JJ JG JE JP   GF GC DIF
 1   Juventus  68   32   18   14   0   53   18   +35 
 2   AC Milan  67   32   20   7   5   62   26   +36 
 3   Lazio  54   32   16   6   10   48   40   +8 
 4   Udinese  51   32   14   9   9   44   32   +12 
 5   AS Roma  50   32   15   5   12   52   42   +10 
 6   Napoles  48   32   12   12   8   56   41   +15 
 7   Inter Milan  48   32   14   6   12   47   45   +2 
 8   Catania  43   32   10   13   9   42   43   -1 
 9   Chievo Verona  42   32   11   9   12   30   40   -10 
 10   Atalanta   40   32   11   13   8   37   34   +3 
 11   US Palermo  40   32   11   7   14   44   49   -5 
 12   Bolonia   40   32   10   10   12   33   38   -5 
 13   Siena  39   32   10   9   13   37   34   +3 
 14   Cagliari  38   32   9   11   12   33   39   -6 
 15   Parma FC  38   32   9   11   12   41   50   -9 
 16   Fiorentina  37   32   9   10   13   32   38   -6 
 17   Genoa CFC  36   32   9   9   14   43   58   -15 
 18   Lecce  34   32   8   10   14   37   48   -11 
 19   Novara  25   32   5   10   17   27   54   -27 
 20   AC Cesena  21   32   4   9   19   19   48   -29